FILA SIETE

FILA SIETE

La fotografía es, ante todo, una experiencia, una vivencia que, irremediablemente, transforma al fotógrafo lenta pero insistentemente para, finalmente, modificar su estado personal y espiritual. Fotografiar es irradiar esa personalidad emocional a través de nuestra huella más íntima, más invisible y menos perceptible: nuestra vibración.

Es ahí, en ese movimiento híper personalizado, cuando la fotografía, incluso inconscientemente, es capaz de transmitir y aportar un algo intangible que el espectador no siempre sabrá distinguir ni definir. Algo así como lo no profílmico en una dimensión, como viene al caso, cinematográfica. Fotografiar es también un proceso de maduración interior que trata de sintetizar la evolución individual en una experiencia colectiva.

Cuanto más te sumerges en un mismo tema, mayor identificación enunciativa se procesa, y por ende, más compromiso se adquiere en compartir y transmitir ese aprendizaje, codificado icónicamente, hacía un público dispuesto o no a recibirlo.

Partiendo siempre de esta base tan simbólica como subjetiva y que, además, mueve todos y cada uno de mis proyectos, decido embarcarme en una trabajo (Fila Siete) que posee, de forma innata, muchas de estas peculiaridades tan universales.

Fila Siete es un cúmulo de experiencias, no siempre descriptibles, que han desembocado en un conjunto de imágenes que deberían hablar sobre crisis, economía, subsistencia patrimonial, ayudas públicas, impuestos, distribuidoras y épica empresarial.

Pero me es imposible porque el cine, en su estado más primitivo, se crea a partir de esa huella íntima que embriaga todo raciocinio y embelesa hasta al más impermeable de los románticos.

Fila Siete, desde mi mirada, se convierte en el símbolo temático de un guionista y en el clímax que imaginó noches atrás, en la carta de intenciones de un productor, en la última audición de un actor en paro o el découpage del director. Fila Siete, en definitiva, no consigue ser otra cosa que ese forillo que trata de crear esa verosimilitud que tanto nos atrae.

Porque hablar de cine, de salas de cine, a través de la fotografía, es como pedirle a una madre que sea sincera y reconozca el mal momento de su hijo sin articular una sola palabra de amor, esperanza o confianza.

En definitiva, Fila Siete, mi Fila Siete, habla de espacios mágicos que se resisten a bajar el telón porque su naturaleza épica y orgullosa no les permite otra que continuar y hacer que perdure el espectáculo. Familias completas que persisten en el sueño de Cinema Paradiso porque no entienden otra forma de vivir y compartir la vida. Si el cine es magia, estas salas son templos de ilusionismo y sus promotores magos en la sombra de los que emana esa vibración, casi imperceptible, que hace que una misma peli sepa diferente justo ahí, en la séptima fila de una sala de toda la vida.

FILA SIETE