Reîntâlnire
“Comienza tu día con una sonrisa, verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo” (Quino)
Volver al pasado con la conciencia tranquila, con la mirada un poco más cansada, pero evolucionada. Volver al reencuentro con uno mismo, orgulloso de quién has sido y de quién eres, de lo hecho y lo deshecho. Sentir ese cariño, ese calor, ese chispazo interior que parecía extinguido, agotado e incluso atrofiado. Notar que todavía tienes un pasado que te abraza, que te ama y que siempre o casi siempre estará ahí.
Es difícil expresar las sensaciones ajenas, los sentimientos de aquellos que un día se vieron obligados a dejarlo todo, a cargar con la nada y guardar su dignidad en un bolsillo. Es complicado hablar sobre gente que intenta día a día rehacer su mundo, reconstruir sus vidas y reformar sus familias, a la vez que aprenden, sin más opción, a pedir, a recibir y a obedecer.
Existen historias muy poco publicitadas sobre la victoria del espíritu, el triunfo de la mano vacía, sobre la épica de la dignidad, la grandeza de la humildad, la valentía del corazón y el poder del amor. Porque la vida, desde su más amplio espectro, también nos muestra héroes y heroínas de verdad, inmigrantes que, con su esfuerzo, humildad y valentía, no sólo se dignifican a ellos mismos y a su propio pueblo, sino, irremediablemente, a todos los demás, dándonos una lección de civismo y pluralidad dignos de más de un telediario.
Corren tiempos difíciles, no sólo para ellos; tiempos apropiados e incluso necesarios para los pensamientos positivos, para las actitudes y actos solidarios, para cambiar hacia un espíritu tranquilo con el entorno y con uno mismo (cómo cansa saber que siempre necesitamos lo mismo y nunca lo conseguimos). Quien aún así piense que esto no es necesario, que abra los ojos y mire el presente o que los cierre y se trague el futuro.
En esta ocasión, esta historia narra el lado opuesto y existente de la inmigración, el primer reencuentro de una mujer y sus dos hijos con su tierra natal y sus seres queridos. Un reencuentro tras años de duro trabajo y sacrificio, que no sólo han cambiado felizmente su propia vida, sino también, la de los demás.
Para todos los “héroes y heroínas”, que como mi mujer y mi familia, no sólo han aprendido a luchar en la vida, sino contra ella.
Para ellos, para todos ellos, mis respetos.